La escritora Carme Riera nos acompañó en la celebración del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor

16/04/2010

La escritora Carme Riera nos acompañó en la celebración del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor

Hay días especiales para el mundo de la Cultura. El 23 de abril es uno de ellos. Se celebra el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, y desde hace 13 años en CEDRO organizamos un acto para conmemorarlo,  siempre con unos días de adelanto a la fecha oficial.

Se trata de hacer una llamada de atención, una parada para la reflexión, sobre la importancia e incidencia de los derechos de autor en el desarrollo de la sociedad y de la creación, ya sea literaria o científica.

El acto que organizamos es simbólico. Plantamos un cedro en un jardín de una ciudad, cada año elegimos una distinta. De la misma forma que deseamos que ese cedro arraigue, queremos que el respeto al derecho de autor eche sus raíces en nuestra sociedad.



Nos acompañan en este acto nuestros socios de la localidad, organizaciones con licencia, fuerzas vivas del sector cultural y educativo de la región y, por supuesto, autoridades municipales, sin cuya colaboración no sería posible esta iniciativa.

Al pie del árbol un autor lee un texto escrito para la ocasión. En la edición de este año, que tuvo lugar en Palma el 14 de abril, la escritora Carme Riera, junto al presidente de CEDRO, Juan Mollá, y la alcaldesa de la ciudad anfitriona, Aina Calvo, quiso celebrar este día con nosotros y nos regaló este texto:

CEDRO y el zapatero

En el Prólogo General a sus Obras el infante don Juan Manuel cuenta que un  caballero de Perpiñán compuso una cantiga muy bella. Habría, supongo yo, escogido, medido y sopesado cada palabra para que dijera exactamente lo que deseaba decir, y, tras enmendar, cambiar, borrar,  reescribir,  debía de sentirse orgulloso de su trabajo…

La canción era tan maravillosa que todos la alababan y  muy pronto se difundió por la ciudad.  Un día que el caballero, tal vez mallorquín,  si no  catalán o aragonés, pasaba por una calle oyó que un zapatero la cantaba “muy erradamente”. Sin respetar  en absoluto la versión original, se la había apropiado a su antojo, dejándola “muy mal fecha.” Entonces el caballero, sin poderse contener, con unas tijeras destruyó cuantos zapatos había en el taller del zapatero y sin más explicaciones se marchó.

El zapatero salió corriendo detrás del caballero, quejándose del desaguisado y el caballero le dijo que fueran ante el rey. Éste, que no era otro que “don Jaimes I de Mallorcas” – así le llama don Juan Manuel-, zanjó la cuestión prohibiendo al zapatero que jamás volviera a cantar la cantiga puesto que lo había hecho de modo irrespetuoso, tomando algo que no era suyo, y aunque pagó de su real bolsillo los desperfectos ocasionados por el caballero en el taller del zapatero, vino a manifestar que la propiedad intelectual debía ser respetada tanto como la material…

 Podemos considerar, pues, a nuestro rey en Jaume un remoto antecedente de CEDRO, la entidad que vela por los derechos reprográficos de los autores que  todavía hoy algunos ponen en entredicho o  siguen sin respetar, actuando como el zapatero de don Juan Manuel, apropiándose de algo que no les pertenece.

Por eso, porque considero muy válida la defensa que hace CEDRO de los escritores me siento muy feliz de estar aquí para plantar ese árbol que adquiere categoría de símbolo, celebrando con ustedes el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor en Mallorca, mi tierra.

Creo que nada me gusta más que leer.  No sé si en esa pasión  mía tiene que ver el hecho de que mi padre de pequeña me  lo prohibiera, probablemente con la intención de que me aficionara tanto como él a la  lectura. De manera que el peor castigo sería para mí no poder leer,  mi infierno particular es un lugar sin libros. Puestos a tener que escoger entre escribir o leer escogería, sin dudarlo un minuto, leer.

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