Apuntes para una lógica de lo gratuito

15/06/2010

Apuntes para una lógica de lo gratuito

Lorenzo Silva, escritor.

El escritor Lorenzo Silva analiza en este artículo escrito para el blog de CEDRO el derecho que tienen los autores a decidir cómo quieren hacer llegar a los lectores su obra y a que su decisión sea respetada.

La experiencia de una década haciéndolo me dice que un escritor no sólo puede dar acceso libre a sus escritos, sino que hacerlo en cierta medida es una diligencia más que aconsejable para cimentar el pacto de afecto y gratitud recíprocos que se establece entre un creador y su público.

La parte de su creación que uno pone libremente a disposición de la gente se convierte en un fecundo territorio de encuentro, que en no pocas ocasiones sirve además para paliar las insuficiencias y aún los contrasentidos del mercado. Bien sabe de esto un escritor en español, cuyas obras cruzan con gran dificultad (por razones a veces incomprensibles) el océano y las fronteras que separan a los hispanoparlantes.

Por tenerlos colgados en Internet, he podido recibir la gratificación de que mis escritos fueran utilizados en clase por un profesor de secundaria de Bolivia o del sur de Argentina, por ejemplo, lugares a los que me consta que sólo con cuentagotas llegan mis libros impresos y encuadernados en papel.

En el nuevo contexto creado por la irrupción del libro electrónico, voy aún más allá. Es posible que ante la lentitud de los editores, las deficiencias del mercado y la rampante copia no autorizada, al escritor le interese mostrarse mucho más activo en la distribución (incluso gratuita) de su obra.

No soy de esos apocalípticos que creen que el libro tradicional va a desaparecer a corto plazo, pero sí creo inevitable su desplazamiento significativo a medio plazo en favor del soporte digital, y no es insensato adelantarse y trabajar para que la presencia que uno tenga en ese medio responda a su voluntad, y no a la de una industria atenazada por el miedo o unos espabilados sin escrúpulos.

Pero dicho todo esto, me toca añadir que ésta es mi experiencia y mi perspectiva de las cosas. Ni más válida ni más legítima que otras, entre las que puede contarse la del autor que no quiera participar de este mundo, y que no desea por ningún motivo que su creación circule al margen de su retribución.

Tiene este autor pleno derecho a disponer de lo que se hace con el fruto de su trabajo y su talento, y no es nadie el Estado, ni tampoco el “colectivo internauta”, para imponerle su enajenación gratuita. Debe haber mecanismos legales que le protejan, porque no está pretendiendo apoderarse de nada que no le pertenezca, sino que se reconozca su derecho, surgido de una labor que además enriquece el patrimonio de su comunidad.

Es necesaria la existencia de estos mecanismos, también, para proteger al autor altruista, que sólo bajo premisas ilusorias (o gozando de la condición de funcionario, rico heredero o especulador bursátil) podrá seguir trabajando sin ver jamás ninguna remuneración.

También para que podamos seguir regalando los que lo hacemos, necesitamos que deje de invocarse el derecho fundamental a la apropiación masiva de la creación ajena. Suena muy bonito (para el que no crea, o haciéndolo tiene otras vías de ingresos) pero así, simplemente, la cosa no funciona.

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