TTIP: autores y editores piden excepción para el mercado del libro

17/11/2015

TTIP: autores y editores piden excepción para el mercado del libro

Por Carlos Garriga 



La Jornada TTIP y Cultura, organizada en Barcelona por el Departamento de Cultura de la Generalitat de Cataluña, analizó el pasado 10 de noviembre los riesgos y oportunidades que supone para el
sector cultural el Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés). El TTIP creará la mayor zona de libre comercio del mundo al armonizar a un lado y otro del Atlántico las reglas comerciales de un sinfín de sectores económicos.

Fernando Perreau, de la Dirección General de Comercio de la Comisión Europea, y Adriaan Scheiris, de la Cámara de Comercio Estadounidense en la Unión Europea (AmCham), detallaron el contexto histórico, económico y geoestratégico que impulsa la negociación del TTIP. Respondiendo a una de las principales críticas que se hacen a la forma en que se está gestando el TTIP, la falta de transparencia, Fernando Perreau recordó que la Comisión Europea está publicando toda la documentación relativa a la marcha de las negociaciones.

Una de las principales conclusiones de la jornada fue que es demasiado pronto para determinar efectos concretos del acuerdo, debido a que las negociaciones se van a alargar hasta al menos 2017 y durante el año próximo se van a producir cambios significativos en su articulado. Aun así, uno de sus objetivos fue analizar el impacto que tendrá el TTIP en el sector editorial, para lo que contó con la intervención de
Bel Olid, presidenta de la Asociación de escritores en lengua catalana (AELC); Cécile Déniard, miembro de la Junta Directiva del Consejo europeo de Asociaciones de Traductores Literarios (CEATL); Pierre Dutilleul, presidente de la Federación Europea de Editores (FEE); Patrici Tixis, presidente del Gremio de Editores de Cataluña y tesorero de CEDRO; y Lui Simpson, directora de Acción Internacional y Comercio de la Asociación Estadounidense de Editores (AAP).

Entre las cuestiones más debatidas estuvo la llamada «excepción cultural» que supuestamente ha incorporado el TTIP a sus últimos borradores: «No es una "excepción cultural", es una excepción audiovisual, porque es el único sector al que se le aplicará», señaló Bel Olid. Coincidieron Olid y Patrici Tixis en que las explicaciones dadas por la Comisión Europea respecto a esta realidad son insatisfactorias, y en que no es comprensible por qué la Comisión insiste en que es demasiado tarde para incorporar al tratado una excepción similar para el sector del libro.

La necesidad de dicha modificación fue argumentada el presidente de los editores europeos, Pierre Dutilleul: «El TTPI debe incluir necesariamente una excepción editorial comparable a la excepción que, impulsada y defendida principalmente por el sector audiovisual de Francia, ha dado en llamarse “excepción cultural”. Si no hay una excepción para el libro se abre la puerta a desmantelar las políticas europeas de precio fijo, lo que sería un despropósito». «El precio fijo –explicó Dutilleul- permite a las librerías competir con actores mucho mayores y económicamente más fuertes. Dicho de otro modo, el precio fijo permite garantizar la diversidad y pluralidad de la oferta cultural».

También existe un problema de rentabilidad: el mercado del libro sigue dependiendo en gran medida del libro de papel, porque la implantación del libro electrónico está siendo mucho más lenta de lo que debiera. Mientras en otros países hay crecimientos de dos dígitos, en España el crecimiento del mercado digital crece mucho menos. Y esto se debe, en gran medida, al mercado perdido entre el 20 por ciento de lectura digital y el 5 por ciento de lectura digital legal: «En España –denunció Patrici Tixis– la Ley de Propiedad Intelectual no se aplica. Y como no se aplica, no se puede desarrollar el mercado editorial digital. Y si el sector digital no puede crecer como en otros países es inevitable que las librerías, y por tanto el precio fijo que les permite ser competitivas, sigan siendo esenciales para el mercado del libro».

Bel Olid coincidió con los editores añadiendo que el precio fijo también garantizará una mínima remuneración por derechos de autor, que si ya es pequeña pasaría a insignificante en un mercado en el que los gigantes de internet pudieran obviar el precio fijo de los libros. 

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